Aquellas puertas de calle están cerradas todo el tiempo.

De hecho las puertas de calle ya están cerradas.

Todas las puertas de calle de ese derrotero emanaban un chisme, un secreto, un insulto, una reflexión.

Algunas puertas de calle se abrían.

Temerosos de nuestros propios perros, distraídamente dejábamos las puertas de calle abiertas con la inconfesable esperanza de que huyeran.

En el kiosco tenían las llaves de las puertas de calle de todos los edificios de departamentos del barrio.

Advirtió en seguida que junto con las llaves del automóvil había otras que parecían ser de puertas de calle.

Gente de cara pálida, sentada en cuclillas en las puertas de calle, encendía pequeñas fogatas con hojas de palmitos.

Un banquero tiene una casa verdadera, y no profiere ti más leve grito cuando sus verdaderas puertas de calle se abren para adentro.

Pero ni siquiera veía el piso de mármol, la combinación de crema, anaranjado y negro, o las centelleantes puertas de calle de vidrio.

Pero en pocos minutos, luego de haber traspasado las puertas de calle vieron como sus casas y paredes se venían abajo con gran estrépito.

¿Y qué era todo lo que los otros decían, tanto en las puertas de calle como en las ventanas?

¡Al traste con los frascos de las farmacias, con los artefactos de luz eléctrica, con los números de las puertas de calle!