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Hasta ahora lo más grave que me descubrió fue un quistecito sebáceo.
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El tercero de aquellos modernos príncipes era un cincuentón sebáceo, rezumante, ventrudo.
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Poco después extirpó a Ña Lolé el quiste sebáceo del cogote.
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Ese rostro, con su eterno brillo sebáceo, era el rostro de la miseria.
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Las malas hierbas crecían en el alquitrán como pelos en un quiste sebáceo.
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Sí, Grant, el que tenía aquel quiste sebáceo en el cuello.
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La del quiste sebáceo entró y se dirigió a su mesa un momento después.
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Era una encantadora jorobita de carácter puramente sebáceo; un inofensivo y gracioso caprichito de carne.
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Eric se señaló un grano sebáceo, con residuos celulares, en la parte baja del abdomen.
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Miguel distinguía al hombre sebáceo conversando con varios agentes.
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La mesa, el hombre, la penumbra, la del quiste sebáceo en la despensa, robando pasteles.
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Era un hombre moreno y obeso, sebáceo y nervioso.
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Por supuesto, la ceremonia religiosa que oficia el sebáceo don Germán no atrae en ningún momento su atención.
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McDoheny paseó en silencio su mirada a lo largo y ancho del rostro sebáceo del abogado, verdaderamente compungido.
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El cuerpo tenía un débil color verdoso y aún había restos de sangre seca y de unto sebáceo.
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La casera tiene el pelo cano, un quiste sebáceo y unas piernas viejas que terminan en unas zapatillas de deporte.