1
Pero el siroco cae sobre nosotros, no hay escondrijo posible contra él.
2
Aquí hemos tenido un buen siroco, ¿no te ha hecho sufrir demasiado?
3
El calor de los incendios llegaba al río como un siroco ardiente.
4
El siroco había cesado y la temperatura había caído unos cuantos grados.
5
El siroco soplaba aquel día veraniego, torturando la cabeza de la señora.
6
El siroco era más fuerte de lo que recordaba aquí en Nanda.
7
Su piel, seca como el siroco y descamada, da muestras de descuido.
8
Y esto cuando no hay siroco... Éramos dos oficiales y ochenta soldados.
9
Al día siguiente, tal como mi tío había dicho, llegó el siroco.
10
El siroco era capaz de enloquecer a las personas y a los animales.
11
No menos apta resulta la imaginería del salmista sobre el siroco.
12
En ese momento, el siroco acudió en su ayuda para inflar las velas.
13
En aquella parte del cabo ya había sombra y el siroco llegaba atenuado.
14
El calor aprieta; el siroco no es bueno para la salud.
15
Y con ese siroco abrasador un maletero no habría sido el lugar ideal.
16
Es el siroco, de los desiertos de Libia y más allá.
