Hacía una eternidad que el despertar de Iván no era tan inmisericorde.

Pero la mirada del jefe era tan inmisericorde como el acero toledano.

Solo un hombre podría retorcer las cosas de modo tan inmisericorde.

También él recibió azotes, pero no tan inmisericorde como sus predecesores.

Dice también que no fue tan brutal ni tan inmisericorde como se ha dicho.

Me acosó del mismo modo que usted me ha acosado, fue tan inmisericorde como usted.

No podía existir un dios tan inmisericorde como para querer, castigar mis pecados con sus sufrimientos.

Tus soldados deben de quererte mucho si piensan que pueden tomarte el pelo de modo tan inmisericorde.

Su áspera e implacable voz sonaba tan inmisericorde como el roce de una espada en la muela.

Por favor, sé tan inmisericorde conmigo como lo era a veces Sophie para llevarme al buen camino.

Hacia el mediodía, caía de una manera tan inmisericorde y pesada que parecía que nunca iba a amainar.

Ella hubiera querido decirle que su genio no era tan inmisericorde como le gustaba creer, al menos no siempre.

Un acto riesgoso, sobre todo, en estos tiempos, en que la maldad campea de manera tan inmisericorde en nuestro país.

Talos cerró los ojos durante un momento, aunque su yelmo siguió mirando con fijeza al frente, tan inmisericorde como siempre.

Paris aseguraba que en eso precisamente quería convertirse, en un hombre tan inmisericorde como Aquiles, si eso servía a su objetivo.

Y la luz de la araña que pendía del techo era tan inmisericorde o espléndida según el punto de vista de cada cual.