Bugayev lo siguió hacia proa, todavía ensordecido y aturdido por la explosión del torpedo.

Había salido a la calle todavía ensordecido y deslumbrado por la explosión; el aire estaba lleno de humo.

Como si siguiese todavía ensordecido, Vorotíntsev no oyó su propia voz cuando explicaba la situación a Dushkévich y lo que Dushkévich le decía.

Todavía ensordecido por el disparo anterior, Austin solo vio el resplandor del fogonazo del segundo disparo.

Todavía ensordecido, Papik permaneció quieto, mirando.

Jagerman se pellizcó la nariz para destaparse los oídos, todavía ensordecidos por el rápido descenso efectuado por el Concorde a petición de las autoridades norteamericanas.