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La visera del quepis ocultaba parcialmente sus ojos oscuros rematados de unas pobladas cejas.
2
La visera del quepis resplandecía como un espejo.
3
Era un hombre gordo, con espejuelos ahumados y la visera del quepis llena de adornos dorados.
4
El general Román -enérgico choque de talón, mano a la visera del quepis- se apresuró a obedecerle.
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El gendarme se volvió hacia el señor Desmedt y se llevó el índice a la visera del quepis.
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Una piedra, un ladrillo acababa de romperle la visera del quepis; de la frente le brotaba la sangre.
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El uniforme estaba limpio y cuidadosamente cepillado, por no hablar de los botones dorados o la visera del quepis.
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Después se despidió de los cinco rígidos personajes llevándose la mano a la visera del quepis, y se marchó.
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Pudo ver claramente los rasgos, la frente sombreada por la visera del quepis, los ojos escrutadores, la nariz prominente.
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El revisor saludó alzándose la mano a la visera del quepis, abrió la portezuela y se fue por el estribo.
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Ya entrada la noche, en la oscuridad fulguraban la placa, la visera del quepis y la hebilla del cinturón policíaco.
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Hubert los acompañó a la puerta y los gendarmes se despidieron llevándose repetidas veces la mano a la visera del quepis.
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No se distinguía su cara, oculta por la larga visera del quepis, tan solo sus bigotes, retorcidos a la manera militar.
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Andaba pues husmeando el aire y mirando a su alrededor con una cara amarilla y porcina bajo la visera del quepis aplastado.
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Vio cómo la mano levantada en el saludo bajaba de la visera del quepis; la sien quedó situada en la misma cruz de la mira.
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-Sí-dijofinalmente uno de ellos, tocándose la visera del quepis, llena de lodo-.
