Significats de zalamero en espanyol

En modo alguno, pues esto parece propio del adulador y del complaciente.

Por ello, se debe vigilar al adulador sobre todo en sus alabanzas.

Y tu comentario ha sido muy amable aunque fuese un tanto adulador.

Pensar que soy el responsable de todo ese desbarajuste es bastante adulador.

Además, el tono humilde y adulador de Soloviev le causó mala impresión.

Y ahí es donde entra el abogadillo avispado y lameculos de Ishigura.

En el argot del estudiante de la época eran llamados los lameculos.

Personajes como Valls suelen arrastrar una corte interminable de paniaguados y lameculos.

Es... el crío ese..., el lameculos que lo sigue a todas partes.

No esperaba demasiado de un lameculos como Lakshman, pero nunca se sabe.

La interrupción había apartado a Merlín del melifluo ritmo de su discurso.

Margo observaba mientras el melifluo discurso de Pendergast surtía su balsámico efecto.

Extendió la mano; su inglés era refinado, melifluo, bajo su entonación suiza.

Tiene una voz tenue y grave, y un melifluo acento del Sur.

Y a mí me embarga un agradecimiento melifluo hacia Bonnie la proveedora.

Era Delia, naturalmente, con su afabilidad, su imitación del lisonjero comportamiento irlandés.

Además, es demasiado lisonjero para un joven verse solicitado por un anciano.

Empleó un discurso convencional y lisonjero pero cuyos argumentos eran difícilmente refutables.

Su voz volvió a adoptar de inmediato un tono afable y lisonjero.

Muy lisonjero, si era cierto, pero de ninguna ayuda en su viaje.

Ayer, Pérez fue muy elogioso del gobierno nacional y del proyecto kirchnerista.

Encantado con la imagen de ella en ambos casos, fue amablemente elogioso.

El término que Draeger había utilizado era poco elogioso, por decirlo suavemente-

Era sin duda un perfil muy elogioso, pero Hidalgo estaba claramente deslumbrado.

Usted ha sido, en cambio, muy elogioso con el Rey de España.

A mí me parece que eres un capullín de lo más cobista.

La cobista Laura Montero dio el puntapié inicial en la reunión plenaria.

Esa posición del vice empezó a generar diferencias hacia dentro del sector cobista.

La reunión también fue confirmada por el dirigente cobista Vitaliano Mamani.

El intendente cobista de Neuquén, Martín Farizano, también salió al cruce de Morales.

Con la mano, le pide a su pelotillero que no le acompañe.

Diga usted mejor que es un pelotillero y cumplió un perro encargo.

De verdugo expeditivo se había convertido demasiado pronto en pelotillero temeroso.

Verá como se nos presenta acompañando al Gobernador; es un pelotillero.

Al café y al pelotillero del Adosao les podían dar por el saco.

Compitiendo con su música suave, los ruiseñores dejan oír su canto embelesador.

Tocad esa sonrisa voluptuosa, dibujad con vuestros dedos el hiato embelesador.

De repente, los cantos cesaron y dieron paso a un silencio tanto más embelesador.

La expresión del embelesador rostro de Laurie Hatch se iluminó al mostrar su irónico asentimiento.

Había algo en él que era embelesador y glamuroso.

Juan se despidió un poco ásperamente del lisonjeador y continuó su camino.

Y me resulta ridículamente lisonjeador saber que se sigue sintiendo atraído por mí.

Si alguno proclamaba sus excelencias, ella reprendía al lisonjeador diciendo:

La señorita Beryl dudaba que su amiga pudiera resistirse a un lisonjeador tan insidioso como Clive hijo.

Nunca esos restaurantes caseros típicamente franceses, con su mantel de cuadros, su comida llamada "tradicional", restos de velas y un dueño lisonjeador.

El Amarillo labioso no paraba de hablar hasta por los codos.

Sí, quién veía al dueño del sesteo tan labioso.

Pero a él lo mantuve a raya a base de coscorrones y, como soy medioquerendón y bien labioso, me volví cuate de los demás ejidatarios.

¿Por qué soportar a tantos labiosos y vividores que hacen de la práctica política una estafa?

-¡Yo te contaré, trompudo, labioso, poca pena!

Nuestro topo es un auténtico lagotero; al presidente le gusta mucho y hablan juntos.

Uno se le fue acercando lagotero, chasqueando los dedos, hasta llegar a darle amistosas palmaditas en el lomo.

Mientras, no tanto para tranquilizar a la sobrina, como para poder maniobrar a su gusto, el escribano la abordó con lagotero confusionismo.

Más tarde le dio lástima aquella cantidad infinitesimal de varón... y estuvo cariñosa y lagotera con él.

La bruja, lagotera y melosa, contaba, lloriqueando:

Mientras que a ti, niño carantoñero, venía a buscarte la maestra, que te traía regalos y te trataba igual que a un príncipe.

Había en Manolo una ternura no carantoñera.

Las fichas se pusieron de pie, presentándole guardia, y los voceos se hicieron más espesos, más apremiantes, más íntimos y carantoñeros.