Desde un alerón del consistorio llega el zurearde las palomas murmurando arrullos buscando pareja.
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Caminaron junto a acequias donde el agua parecía imitar con sus murmullos el zurearde las palomas.
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Durante unos segundos solo se oyó el zurearde las palomas entre los maderos y las tejas.
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Era el zurearde la paloma tras el desapacible ladrido del perro...
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Seguían largos silencios acompañados del lento gorgoteo del remar y del tranquilo zurearde la paloma en su jaula de plata.
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Pero todas las noches oía Pierre los gemidos y los canturreos, el zurearde palomas, al otro lado de la puerta.
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Zureabade amor y tenía un collar de gemas perfectamente alineadas en el cuello.
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Ella se lo echó a la boca y, zureandode placer, se bebió hasta la última gota.
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Se instalaban allí arriba y zureaban discretamente hasta que los fuegos invernales las obligaban a trasladarse a los árboles, donde zureabande mala gana.