Pero no puedes imaginarte el pánico que siento cuando aúllan las sirenas y no estáis conmigo.

De nuevo aúllan las sirenas.

Todo despejado, aúllan las sirenas.

Fuera aúllan las sirenas.

En el aparcamiento de los bomberos que hay enfrente aúllan las sirenas, la boca de fuego del día se ha abierto.

Y entonces las señales de advertencia brillan en color rojo y se disparan las bocinas y aúllan las sirenas porque estoy a punto de chocar.

Aúllan las sirenas, entrecortadas por los silbidos imperativos de los motoristas.

Aúllan las sirenas, un sonido al que todos deberíamos estar acostumbrados pero que aún nos eriza los cabellos.