Fuera, Jeanne Rozier, que llevaba un abrigo de petigrís, le observó con una última vacilación.

Martine estaba apurada por el abrigo de petigrís que no le pertenecía y que Madame Grindorge admiraba.

Una vez fuera, Jeanne Rozier, envuelta en un abrigo de petigrís, lo observó con una última vacilación:

Llevaba su abrigo de petigrís, un ramillete de violetas en la solapa, y batía la acera con sus tacones desmesurados.

Llevaba puesto su abrigo de petigrís, un ramito de violetas en la solapa, y martilleaba la acera con sus desmesurados tacones.

Ella todavía no se había quitado el abrigo de petigrís, que dejó deslizar de pronto desde sus hombros con gesto fatalista.

Ella no se había quitado aún el abrigo de petigrís, y de repente lo dejó resbalar por sus hombros con un pequeño gesto fatalista.

-Yoestaba con Zézette... llevaba su abrigo de petigrís.

-Debíael alquiler de tres meses, además de un abrigo de petigrís que le había regalado y no había pagado.