Están atentos a ver qué dice el pueblo y cómo lo dice, para atildar, embellecer y hacer mejor la expresión.

Amapola se abocó, entonces, a acomodar prolijamente la solapa de Esteban, reincidiendo en su obsesivo hábito de ordenar y atildar la ropa ajena.

Sé pulcro y cuidadoso en el vestir pero no seas excesivamente atildado.

Como siempre, su aspecto era atildado, sus modales corteses, y su actitud reservada.

Su aspecto era atildado y sostenía las riendas con unas bellas manos masculinas.

Y un dandi, que se atildaba hasta resultar un tanto cursi.

El mar reía, resplandecía, se atildaba, atraía, como una mujer hermosa y coqueta.

Mientras el carro traqueteaba por la embarrada calzada, Lindo Jan se iba atildando.

Se atildó cuidadosamente, dio unas cuantas vueltas y comenzó a poner sus huevos.

No tanto como para llamar su atención, pero me atildé.

A mí me gustarías más si no te atildases tanto.

Hasta para morir hay que ser atildado, y sobre todo muy educado y contenido.

La señora Bread se había atildado para esta visita igual que para su expedición anterior.

No fanfarroneamos ni nos atildamos, codiciosas de atención y aprobación a causa de nuestra debilidad.

Avan se atildó un poco y pareció crecer aún más bajo la luz del sol.

Cualquier otra mujer habría esperado a Chade, o se habría atildado frente al espejo rápidamente.