No te burles de mí y no me menciones más al corcovado.

Es flaco, corcovado y viste de luto, con los guantes negros puestos.

Respingó el corcovado en su silla; luego con tono enfático me replicó:

El corcovado había recobrado el equilibrio y alargó una mano diminuta y sarmentosa.

Luego se volvió hacia el corcovado y murmuró, todavía con la voz flaca:

El corcovado pintor cogió el hábito y lo arrojó al camastro de paja.

Parece corcovado y ruin, como una rata que sale a la calle para ahogarse.

Clotilde no sabía si las palabras del corcovado encerraban un elogio o una burla.

Un giba, enano, corcovado, de brazos muy largos, entró a ofrecer servilletas de papel.

Era corcovado, hecho su cuerpo un ovillo, sin hechura ni talle de cosa humana.

Parecía un corcovado a punto de dar un diabólico brinco.

Lo hemos dicho ya: era corcovado de pecho y espalda, pequeñín y nada apuesto.

Jamás he visto, hermana, cosa más fea que ese corcovado.

El soldado, Despellejador, destacaba por encima de aquel ser corcovado.

Un hombre rata corcovado avanzó con una esfera de cristal en una pata mugrienta.

Al ir hacia una terraza, se cruzaron con un corcovado que tenía los ojos rojos.