Decían que era agarrado y gorrista, que siempre se dejaba convidar.

Él se dejaba convidar y la desvestía con lentitud.

Conocía yo, por la panadería, a muchas criadas y modistas que se dejaban convidar sin remilgos.

Clara, que sabía la causa, se había echado a reír y se dejó convidar a un café.

Don Juan se reservaba un poco, se dejaba convidar por la sobrina pero no quería comprometerse ni recomendarla eficazmente.

En la casa de la novia se dejó convidar a una segunda merienda, deprisa y sin ganas de charla.

Unos y otras pasean con este y con aquel, se dejan convidar, se dan el brazo, pero no aparecen grandes pasiones.

Había señoras elegantes, riquísimas, que se dejaban convidar con fruición un día y otro, como si fueran menestralas con un pequeño jornal.