Entre el Amo y aquel objeto engurruñado no podía existir relación alguna.

Ya no estaba engurruñado de dolor, pero seguía sin articular palabra.

Una vez libre, engurruñado, no se había movido de donde estaba.

Donald, sombrío y engurruñado en otro sillón, parecía un auxiliar de pompas fúnebres.

Latas de cerveza y de refrescos, un papel encerado engurruñado, una docena de colillas.

Constanza lo miraba desde la puerta, sollozando, con un pañuelo engurruñado bajo la nariz.

Así, con todo el rostro serio y engurruñado, apretó la mano de Zarza y declaró:

Su rostro se amorataba engurruñado con los funestos recuerdos.

Estaba tan empapado como un trapo y tan engurruñado que parecía una masa de pasta.

Tenía un pelo bonito, pero el rostro estaba engurruñado.

Correia se muestra aún engurruñado y temeroso.

Sudaba sin cesar, y se frotaba con un pañuelito que apretaba luego, engurruñado, en su mano derecha.

A la izquierda, Vespasiano acertó a ver un menudo cuerpo engurruñado, que se ocultaba debajo de una manta.

Tendí al hombre el papel engurruñado.

Saad reconoció aquel turbante engurruñado, aquel revuelo de brazos y piernas y, sobre todo, aquella voz de viejo cascarrabias.

Calientes todavía, cogí los nueve duros apilados en un montoncito dentro del papel engurruñado y los dejé sobre la mesilla.