Descubrió que tenía la espalda cansada y las piernas un poco entumecidas.

Se levantó, estiró la espalda cansada y salió a la plaza.

Bronte tuvo que esforzarse mucho para no pasarle la mano por la espalda cansada.

Se incorporó y apoyó su espalda cansada sobre la madera.

Hundió su espalda cansada en el plástico y suspiró.

Sibila, los pechos plenos, la espalda cansada, cierra los ojos y lanza un largo suspiro.

Me tumbo en tu sofá-cama y abrazo los cojines en los que reposabas tu espalda cansada.

Volvía a tener la espalda cansada y dolorida-

Dediqué los últimos treinta segundos a dejar que el agua caliente se deslizara por mi espalda cansada.

Mientras Owain le observaba veía a un hombre consumido y descompuesto, de hombros cargados y espalda cansada.

El tiempo pasa y Manuel se halla tenso, con rigidez de pierna cansada, de espalda cansada; sin poder concentrarse.

Tenía la espalda cansada y me dolían las piernas, pero me senté y busqué la vela y las cerillas.

Camille, con la espalda cansada, se había tomado la libertad de ir a estirar las piernas por la pequeña carretera.

Le gustaría dejar caer su espalda cansada de tantas batallas sobre algo blando o duro, pero aquel asiento carecía de respaldo.

Su espalda cansada se dirige pesadamente hacia la puerta, que abre, y el clin-clon de la campanilla me llega con su despedida:

Donna Tatiana les ofreció café turco en diminutas tazas servidas por una criada de espalda cansada y larga falda gris de alpaca.