Incluso se había acostado un par de veces con la esposa del molinero.

La esposa del molinero, que estaba sola en casa, le abrió.

Insistiendo en estas últimas palabras, la esposa del molinero añade: "¿Cómo no?

Pretendía incordiar a la esposa del molinero con sus palabras.

El monstruo que la esposa del molinero acunaba estaba malherido.

Debía ser María de Yurreteguia, la esposa del molinero.

Habían venido a por la esposa del molinero.

Así pensaba Juana Alier, la esposa del molinero.

Al pronto salió a recibirles la esposa del molinero, que llevaba las manos embadurnadas de harina.

La esposa del molinero gritaba como una loca.

Con los ojos entrecerrados, indispuesta aún por los efectos del mareo, la joven reconoció a la esposa del molinero.

Soy la esposa del molinero.

Pero antes de caer de rodillas sin aliento, la figura se había convertido en Hildegarde, la esposa del molinero.

Viéndose acorralada, la esposa del molinero se echó las manos a la garganta fingiendo que le faltaba el aire.

Si habéis perdonado a esa gente, ¿por qué no habéis regresado, como han hecho el soldado y la esposa del molinero?

En vista de semejantes protestas, de la ira anterior, la esposa del molinero no acertó a conservar más que un leve gesto.