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Habíamos anunciado al mundo que secuenciaríamos el genoma neandertal.
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La primera cuestión era cuánta diferencia había entre el genoma neandertal y el genoma humano actual.
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No estábamos allí solo para celebrar, sino para negociar cómo analizaríamos y publicaríamos el genoma neandertal.
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De hecho, al cabo de un año de la publicación del genoma neandertal, otros encontraron algo.
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Contarían entonces con cuánta frecuencia el genoma neandertal encajaba con los genomas africano y europeo, respectivamente.
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Ahora había sacado la cabeza de verdad, y había prometido en público secuenciar el genoma neandertal.
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Podíamos ver directamente el genoma neandertal.
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Acabé mi charla diciendo que esperaba que el genoma neandertal supusiera un recurso útil para los científicos del futuro.
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Esto haría que el genoma neandertal fuera más parecido al de los humanos actuales de lo que realmente es.
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Podía suponer que algunos de los fragmentos más largos no eran del genoma neandertal sino que representaban contaminación humana moderna.
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De la mano del paleogenetista Carles Lalueza-Fox, este yacimiento está jugando un papel decisivo en el estudio del genoma neandertal.
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Esto haría que el genoma neandertal pareciera más diferente del de los humanos actuales de lo que es en la realidad.
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La única manera de hacerlo que se me ocurría era patentar el uso del genoma neandertal para esta prueba de ascendencia.
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Detectó un indicio de que el genoma denisovano llevaba más variantes de secuencia ancestral (simiesca) que el genoma neandertal.
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Este artículo del genoma neandertal recibió mucha más reacción por parte de la comunidad científica que cualquier otro artículo que hubiera publicado.
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Además, las indagaciones apuntan a que el genoma neandertal podría haber ayudado a los humanos modernos a adaptarse a entornos no africanos.
