Sus gruesos callos impidieron que se quemara con el metal caliente.

Sus manos eran enormes, con gruesos callos en los dedos.

Su mano, apenas viva, estaba cubierta de gruesos callos.

Los pies estaban descalzos y tenían gruesos callos.

Desde la niñez, Perfecto Willy no sentía nada en las palmas, cubiertas por gruesos callos y cicatrices.

El Volvo se bamboleó sobre la nieve, que estaba dispuesta como en gruesos callos sobre la pista.

En tanto friccionaba los gruesos callos provocados por las cadenas en su muñeca, miraba fijamente el campo enemigo.

Ithal levanta las manos, exponiendo los gruesos callos de las palmas, señal de una vida dura al aire libre.

En nuestras montañas una buena novia hakka tenía gruesos callos en los pies y un rostro delicado, de pómulos altos.

Petrificada, Cecil se quedó mirando sus manos oscuras, los gruesos callos de los pulgares y el dorso de sus índices.

Ella notó los gruesos callos en sus dedos y recordó cómo decían que en sus tiempos de contrabandista había remado su propia barca.

Aunque tanto sus manos como sus dedos estaban cubiertos de gruesos callos ya llevaban bastante rato sangrando, y eso hacía que fuera fácil resbalar.