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Para infartarse, entre otras cosas, hay que saber sufrir y nosotros sabemos.
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Es una enfermedad complicada, a quien le da Kawasaki puede infartarse, aún los niños, dice el médico.
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No le dio allí, pero, ¿quién sabe si le dio esa noche, en su casa?, porque de verdad era para infartarse.
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En esos momentos, más parecía un cerdo a punto de infartarse que un humano con dos dedos de frente y un mínimo de raciocinio.