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La Prensa jingoísta pretende resolver el problema con unas cuantas frases gordas.
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La prensa jingoísta de Estados Unidos comenzó de inmediato su campaña contra España.
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A sus ojos, Churchill era poco menos que un jingoísta y belicista archiconservador.
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Por extensión, "jingoísta" fue, desde entonces, sinónimo de "patriotero vocinglero, chovinista".
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Es un regalo a la derecha dura jingoísta estadunidense, y también a la de Israel.
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A pesar de todas las insinuaciones, tiene que creer que no soy ningún loco jingoísta.
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La supremacía nórdica no es un prejuicio jingoísta.
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Era una época jingoísta, pero todas las épocas tienen sus extremistas, y sus guardianes de la luz.
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La prensa jingoísta habló de "un resultado sorprendente.
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Como tal, el nacionalismo jingoísta transforma el patriotismo en una postura de superioridad y agresión hacia otras naciones.
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Entre los que se destacaron en ese movimiento figuraba Theodore Roosevelt, quien era, quizá, el mayor jingoísta norteamericano del momento.
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No obstante, también se notaba en varios puntos del orbe un menor predicamento de la retórica jingoísta y del nacionalismo pueril.
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Pero ninguna premonición de este futuro peligro apagó el estado de ánimo jingoísta que se apoderó del público inglés en julio de 1878.
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Un hecho que permite que una gran parte de la población responda fácilmente a la retórica jingoísta que apela a los miedos profundos.
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Los jingoístas (=patrioteros) exigían una adecuada respuesta a los malvados españoles.
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Los blancos sureños son muy jingoístas y aquello desató entre ellos una tormenta de protestas.