Había una mezcladerostros felices y rostros llenos de lágrimas.
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Y siempre había una mezcladerostros conocidos y nuevos.
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A Ponter le sorprendió la mezcladerostros que veía.
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Sophia había elegido personalmente la imagen de varias generaciones, una mezcladerostros, expresiones y movimientos.
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Los demás eran muy similares, a pesar de las diferencias en aquella repulsiva mezcladerostros humanos desfigurados por hocicos, cuernos, plumas y pelaje.