Marion Podolier pasaba aturdida las páginas de la partitura, buscando el dichoso tritono.
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El resto fue obra del tritono.
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Sonó el tritono en el teléfono.
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Se resignó calladamente y creyó comprender por vez primera en su vida la belleza del tritono en modo mayor.
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También le he explicado que musicalmente esa partitura es desconcertante y le he contado lo de la cuarta tritono.
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Sin embargo, ha recibido solo 37 puntos, la quintamenor cifra en la NFL.
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Oscilaba, tentaba, incitaba la cuartaaumentada.
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El lenguaje perfecto, aquel que se alimentaba de notas y que ocultaba al diablo en la cuartaaumentada, no podía degradarse.
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Ocho meses después, un desagradable intervalo de cuartaaumentada como el que gritan todas las sirenas de policía, ambulancias o bomberos me sacó de allí.