En los nuevos surcos no crecerían más que retamas y robleenano.
2
Momentos después se encontraba a la sombra del primer robleenano.
3
Podía quemar los juncales, los bosquecillos de robleenano y los pinos jóvenes.
4
Ramas, agujas de pino, ramas de robleenano retorcidas, nudosas, deformadas, como dedos artríticos con hojas.
5
Algún que otro robleenano asomaba entre la niebla y obligaba a Allison, y luego a Mike, a desviarse.
6
Un hombre yacía apoyado contra un robleenano, con los ojos protuberantes y sin vista, y el cuello torcido.
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Dude y Bessie le ayudaron, y pocos minutos después el robleenano estaba apilado en el borde de la cuneta.
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Esperaron que ardiera la leña para poder seguir, pero las hojas se habían consumido, sin que el robleenano cogiera fuego.
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Nadie era tan tonto como para comprar robleenano, cuando la madera de pino ardía mucho mejor y daba menos trabajo.
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Entre ellos campaban a sus anchas, como niños, los árboles jóvenes: matorrales de robleenano y fresno arribista, retama espinosa, endrino, rododendro y castaño.
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Los hombres abrieron la fosa y, sobre parihuelas hechas de ramas de robleenano, llevaron los restos hasta el bosquecillo, depositándolos en la tierra.
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Su arrugado rostro recordó a Grockleton un robleenano, al igual que el de Seagull le recordaba un airoso lugre navegando viento en popa.
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Este tipo de robleenano (crece poco más de 1mm cada año) ha conseguido sobrevivir desde la última Edad de Hielo en Riverside, California.
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Su rebaño, de catorce ovejas negras y menudas, pastaba entre esqueléticos roblesenanos.
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Las hojas muertas de los roblesenanos crujían y susurraban encima de ella.
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Bosques renacidos cubrían millones de hectáreas, pero se limitaban a boj y roblesenanos.