Raramente he encontrado a un hombre tan embebido de tacto y delicadeza.

Estaba tan embebido en sus cálculos que no le prestó atención.

Estaba tan embebido en su discurso que no anticipó su confesión.

Esperaban de él que estuviese tan embebido en sus historias como ellos mismos.

Él está tan embebido en su botella que no me contesta.

Estaba tan embebido en la venta que no me di cuenta.

Estaba tan embebido en sus narcisos que lo olvidé por completo.

Hace mucho que no está tan embebido como al principio.

Sor Lucía pudo ver entonces cuál era el juego que lo mantenía tan embebido.

Estaba tan embebido, tan poseído, que ni lo advertí siquiera.

Un hombre como él, tan embebido de poder, no podía ocultarse en la derrota.

Pero él estaba tan embebido en sus asuntos que no comentó nada sobre mi silencio.

Andaba tan embebido en el ordenador que me sobresalté.

Estaba tan embebido en la lectura que el niño hubo de repetir la pregunta tres veces.

Leiard estaba tan embebido en sus pensamientos que no había reparado en la presencia del joven.

Y Seth estaba tan embebido de jerga cinematográfica que esperó, durante unos instantes más en silencio.