Hace cuatro años, cuando viniste a visitarnos, seguías tan esbelto como siempre.

Eres un muchacho muy afortunado de ser tan alto y tan esbelto.

Parecía tan esbelto, tan cálido, una criatura de milagrosos contornos y expresividad.

El hombre, con la ropa que usa, no necesita lucir tan esbelto.

Con ese cuerpo tan esbelto y esa estructura ósea podría haber sido modelo.

Creo que nunca lo había visto tan esbelto, joven y atractivo.

Era tan esbelto y grácil que parecía estar ya en movimiento.

Tenía el espíritu tan esbelto y tan ágil como el cuerpo.

Lo había admirado desde lejos: tan esbelto, tan joven, tan apuesto.

Aunque es cierto que me faltaba ser tan esbelto, alegre y despreocupado como él.

Era alto, aunque no tanto como Devlin, ni tan esbelto.

A los cuarenta y cinco años, seguía tan esbelto y musculoso como un muchacho.

Los djendel, en su humildad, jamás habían construido nada tan alto ni tan esbelto.

Pero a él, tan esbelto y musculoso, el uniforme le sentaba como un guante.

Y se adivina mejor ese compás de piernas tan esbelto.

El lobezno parecía tan esbelto y gracioso como April Bell.