1
Su aliento era tan hediondo que el minotauro estaba a punto de vomitar.
2
Su aliento era tan hediondo que no sé cómo conseguí evitar el vómito.
3
Jamás he percibido un olor tan hediondo en toda mi vida.
4
En qué desastre tan hediondo hemos convertido este mundo.
5
Fue tan hediondo que logró apartar a los mirones.
6
El mismo Holles no habría podido explicar después el atractivo que encontraba en tan hediondo local.
7
No tan hediondo como el de la rectoría.
8
Era tan hediondo, tan fétido el olor que exhalaba, que temió ahogarse en su propio vómito.
9
Ella dijo luego a la policía que su aliento era tan hediondo que casi tuvo que vomitar.
10
El aire era tan hediondo que Dominic empezó a sentir arcadas y tuvo que esforzarse por no vomitar.
11
Se incorporó y se adentró en las profundidades de la cueva, donde el aire era rancio pero no tan hediondo.
12
Calibán, despatarrado tan cerca de sus columnas de piedra que sentían su aliento encima, tan hediondo como el aire, susurró:
13
El tufo de los cuerpos putrefactos era tan hediondo que los hombres se preguntaban cuándo estallaría la peste en la guarnición.
14
Era leve, pero tan hediondo y corrupto que bien podría haber sido el olor a muerte que sale de una tumba.
15
El olor a pescado podrido era tan hediondo como siempre, y yo mantenía mi bolsa de popurrí pegada a la nariz.
16
El aliento de Mandárbal era tan hediondo que parecía caerle de la boca y deslizarse hasta el suelo en busca de una presa.
