Su voz tenía el efecto hipnótico del que había hablado Marie Pierce.

Comentarios acerca del modo más eficaz de manejar a Pierce, etc., etc.

Entre risillas y aplausos, no tuvo más remedio que unirse a Pierce.

No obstante, Pierce veía a Vernon en gran medida como pura pose.

Y era posible que tuviera otro asunto con otro, aparte de Pierce.

En su lugar, se había referido al debate televisado con Tony Pierce.

La señora Pierce tenía las manos sobre mis hombros; estaba muy pálida.

Necesitábamos pruebas sólidas contra Pierce, tantas pruebas como nos fuera posible conseguir.

A pesar de la ayuda del Señor, Pierce se sentía francamente asustado.

La señora Pierce había bajado mucho la voz y hablaba casi susurrando.

Según todas las versiones, Pierce se sintió igualmente impresionado por la joven.

De vez en cuando llamaba a gritos a Pierce, sin recibir respuesta.

Hay cinco o seis -comentóPierce- ;peroella no se decide aún.

Mi débil seguridad se tambaleó una vez más al recordar a Pierce.

Y yo siempre estuve seguro de que Pierce había hablado en serio.

Pero antes el señor Pierce nos estaba refiriendo sus viajes al extranjero.