En Atenas se adoraba a Afrodita Urania como la diosa más antigua.

Katherine había recibido cartas amenazadoras de los padres de la hermana Urania.

Hipócrates es un sueño, Urania es un sueño, Hermes es un pensamiento.

Muy al fondo lucían en la noche las letras del hotel Urania.

Respecto a Lino, era hijo de Hermes y de la musa Urania.

Ha sonado para Clío la hora de confundirse con su hermana Urania.

Sabía que la musa de la astronomía era por lo tanto Urania.

Sonrió beatíficamente a Urania, quien le contestó con una inclinación de cabeza.

Sus nombres: Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania.

Le había resultado interesante durante un tiempo, pero no era Urania.

Eolo y Neptuno se han aliado para ofrecer ese campo elíseo a Urania.

Y, entonces, Urania le hizo la primera y última pregunta de la noche:

Montecruz le miró parpadeando; luego, soltó a Urania y se acercó al carromato.

Atenea y Urania me bendijeron con la luz de la inspiración.

Venus Urania midió las órbitas de los globos errantes en los espacios infinitos.

De nuevo había un recado en recepción, esta vez de Urania.