Un día, por piedad, se acuesta con una institutriz de cincuenta años, delgada como un palo de escoba, frágil, delicada, que lo admiraapasionadamente.
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Permítame que le ofrezca este monigote en recuerdo de una mujer que lo admiraapasionadamente y a quien usted ha visto diez minutos".
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La señorita Sergent, puesta en pie, apenas acierta a darle los buenos días mientras le admiraapasionadamente, caído por el suelo su trabajo de tapicería.