Zuzana lo había deducido por su aire de señor de la casa.

Ha hablado con su aire de señor de siempre y con una intención política notoria.

Al ir a entrar, un mendigo con aire de señor les pidió limosna de manera lacrimosa.

Iba vestido al modo tradicional escocés, y llevaba tal atuendo con verdadero aire de señor de las islas.

Y por cierto, tomó un cierto aire de señor que interroga a un intruso que ha entrado en sus propiedades.

Como decían en el inmediato pueblo de la Presa, era un hombre que, vistiese como vistiese, tenía aire de señor.

Dormía hasta avanzada la mañana, y cuando se marchaba, gustaba de pasearse taconeando por los patios con aire de señor.

El hombre de aire de señor, flaco, moreno, con natillas negras, parecía sombrío y misterioso; el carretero era un tipo tosco y vulgar.

Bärlach se recostó en el respaldo y, con su aire de señor encanecido, serio, observó fría y serenamente al joven que iba a su lado:

Entonces, de repente, se ponía a tratar con aire de señor generoso a los amigos y conocidos, e invitaba a Vincenzino, a Michele, a Pietruzzo:

Pedro, tumbado en la butaca con aires de señor y dueño, contestó perezosamente:

Pero no cualquiera puede vivir sin hacer nada, dándose aires de señor sin trabajar.

Todos esos grandes aires de señor son cosa pasada, que no hacen efecto en nadie.

Por último llegó, subiendo a la "Piedra del púlpito" con aires de señor feudal.

Su criado, como todos los criados de casa buena, fue obligado a aparentar aires de señor.

Detrás de ellos, casi formando la cola, seguían los labriegos de Dembica, dándose aires de señores.