La abrazó, y Gabrielle colmó de sollozos el aire estanco del cobertizo.

Y, fuera como fuera, esa misma noche entraría en el compartimento de aire estanco.

El olor a rosa sale junto con el aire estanco.

Ese olor a aire estanco, en el que predominaban los desinfectantes, me era conocido.

Era una cámara práctica con el aire estanco.

Cerrando la puerta tras ella, levantó la cabeza y olfateó el aire estanco de la casa.

El humo quedó suspendido en el aire estanco de la habitación, formando pequeños remolinos, envolviéndolos en ellos.

Harper no percibió olor alguno en el aire estanco que no fuera grasa y el metal de las máquinas.

Olfateó el aire estanco y lento, arrastró sus pies en el lodo pegajoso, aspiró la fragancia decadente de los lirios.

También le llegaba una brisa, un aroma grato después del aire estanco de la escalera, que lo atrajo hacia la puerta.

Se sintió agradecido de respirar el aire estanco de la oficina y miró al pequeño hombre que estaba detrás del enorme escritorio.

Sus voces llegan por el pasillo y se quedan pendiendo del aire estanco y húmedo que remueve el vetusto y cutre aire acondicionado.

Noto el frescor de las prendas limpias, la capa de brisa entre el paño y la piel, el aire estanco de la alcoba.

Apretaba los dientes, de manera que sus palabras parecían forcejear para brotar al aire estanco de la pequeña sala de interrogatorios de la prisión.

Era una cueva llena de monos -como la Cueva de Kitum-, de aire estanco, sin ventanas, oscura, con excrementos y orina por todas partes.

Pero Avery Clark no la alentaba, y, en la oficina (o en la iglesia), flotaba entre los dos un aire estanco, vacuo, desabrido.