El tren salió del puente y entró en una angosta cañada.

Algo se movió en una angosta cañada cerca del extremo más apartado de la meseta.

Pregunté aquí y allá y fui siguiendo el curso de un arroyo por una angosta cañada.

Entraron en una angosta cañada que discurría entre riscos de caliza blanca coronados por hierba muy verde.

Cabalgó por una angosta cañada entre verticales paredes de piedra, hasta adentrarse, al poco rato, en el valle.

Uno de ellos regresó apresuradamente hasta una angosta cañada en la que los demás habían levantado un campamento sin fuego.

Cruzábamos a la sazón angosta cañada, costeada por tupidos matorrales que interceptaban la vista a los dos lados de la carretera.

Pero a pesar de su larga y penosa búsqueda el enano solo consiguió encontrar una angosta cañada debajo de una protuberancia rocosa.

El invierno terminaba otra vez y había desaparecido ya el hielo, pero la angosta cañada estaba todavía demasiado fría para bañarse o andar en ella.