Algo se agitaba en su mente, como el anzuelo cebado de un pescador.

Un anzuelo cebado con la agitación rosada de un viejo recuerdo.

Ató un extremo de la cadena al sedal y el otro al ojo del anzuelo cebado.

El lector solo picaba un anzuelo cebado con un pequeño cadáver que empezaba a ponerse azul.

El corazón de Rivas latía a toda velocidad, porque aquello parecía el anzuelo cebado que había estado buscando.

Entonces tiró de un hilo con su mano derecha y un anzuelo cebado emergió del agua remansada, sin presa.

Aun sabiendo que estaban dejando caer ante ella un anzuelo cebado con mentiras, estuvo a un brete de sucumbir.

Bastaba echar al lago un anzuelo cebado con lombriz, para extraer pronto una anguila casi de dos metros de longitud.

Había un entusiasmo en ella como un anzuelo cebado, en un instante de debilidad vacilas y ya se te ha clavado.

Al mediodía siguiente una solitaria gaviota sobrevoló la nave, y "Miti Matái" ordenó que se lanzara al agua un sedal con un anzuelo cebado.

Usaban palangres de malla gruesa y grandes anzuelos cebados con caballas pequeñas.

Y se comprobó arrojando anzuelos cebados al río y al mar.

-Quintlanzó el anzuelo cebado al agua y soltó unos pocos metros de sedal-

Los muchachos lanzaban sus anzuelos cebados con anchoas vivas cerca de los lechos de algas donde moraban las lubinas.

A veces se colocaba en el extremo una extensión, de modo que salieran dos anzuelos cebados, en lugar de uno.

En cuanto los pescadores dejaban caer los anzuelos cebados entre ellos, la gruesa línea les era arrebatada de entre los dedos.