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Tienen contratado como responsable máximo a un apostador profesional que conoce el ambiente.
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No es un detalle que sepa todo el mundo, pero soy apostador profesional.
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Pero lo del apostador profesional es, desde luego, una mentira ostensible.
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Deben tener un sentido arquitectónico del equilibrio, y la astucia de un apostador profesional.
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Si una persona quiere cubrirse contra el riesgo de una enfermedad, acude a un apostador profesional.
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Dostoievski era el nombre que le dábamos a un apostador profesional que habíamos conocido en el trullo.
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Jerry hizo una apuesta, con un apostador profesional de fiar, acerca de que los estuches no contenían violines.
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No era fácil tratar con un apostador profesional, dotado de una capacidad muy educada para ocultar la menor emoción.
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Es un apostador profesional desde la época en que Aristóteles lo echó a patadas en el trasero del Instituto Peripatético de Atenas.
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Un apostador profesional, en suma, habría cumplido su destino, que no es ganar, como tampoco lo es el del médico curar a nadie.
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Durante un largo minuto ningún apostador profesional hubiera osado arriesgar su dinero ni a favor ni en contra de la vieja máquina voladora.
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Un apostador profesional no arriesga más del 3, 4 o 5%, debes tener un control de tus apuestas.
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Tanto las modelos bulímicas como los comedores de competición son apostadores profesionales.
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Son apostadores profesionales que durante los minutos de pelea pierden la mesura.
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Compró también varios hipódromos por aquello de los apostadores profesionales.
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Hasta hay algunos que saben más que los apostadores profesionales.