Pero detrás de este pensamiento le asaltaba una sensación de vergüenza.

Cuanto más lo miraba, más me asaltaba una sensación de soledad y depresión.

Pero con cada paso que daba lo asaltaba una sensación extraña.

Además, la asaltaba una sensación de intranquilidad que no era capaz de describir.

Cada vez que asistía a una, le asaltaba una sensación de ahogo insoportable.

A rachas lo asaltaba una sensación de aturdimiento y le flojeaban las piernas.

A Nura la asaltaba una sensación extraña cuando su marido llegaba a casa.

Con frecuencia la asaltaba una sensación de pasmosa incredulidad al pensar que era viuda.

En aquel momento, me asaltaba una sensación de ruptura parecida.

A medida que iba leyendo aquello, me asaltaba una sensación de horror y repugnancia.

Cada vez que entraba en él me asaltaba una sensación de santidad, de espiritualidad.

También sintió que se le aceleraba el corazón y la asaltaba una sensación que no había experimentado antes.

Lo asaltaba una sensación de malestar.

Había días en que te asaltaba una sensación de temor, en que algo no andaba bien, algo impalpable.

Entonces me asaltaba una sensación extraña: "Aquí, en la clínica, rodeada de moribundos, estoy más segura que fuera".

Incluso me asaltaba una sensación: respiraba con dificultad y veía borroso hasta que se asentaba de nuevo mi monótona rutina.