Ash repitió, utilizando el término de forma bastante deliberada, su anterior pregunta:

Por lo menos, las primeras palabras de respuesta de Ash fueron predecibles.

No había ninguna duda de que Ash radiaba seriedad en ese momento.

Ash no podía saber el efecto que sus palabras tenían sobre ella.

Sin embargo, usted se está acercando más a la paranoia, señora Ash.

Éste es el círculo de la señora Ash, las reglas son suyas.

La señora Ash lanzó una carcajada tan medida como una frase musical.

Ash lo había pensado; pero llegó a la misma conclusión que Gobind.

Ahora se trata del daño que puede sobrevenir por culpa de Ash.

Hasta entonces no había razón para dudar de la competencia de Ash.

Ash hizo una pregunta más breve, en otra lengua distinta, y escuchó.

Exhaló un suspiro y decidió que Ash había ganado por diversas razones.

Como resultado, el caso seguía abierto, pero Ash ya no era sospechoso.

Por lo tanto, no tienes obligación ninguna de pedir permiso a Ash.

Le pregunto a Ash si en su opinión esto es realmente serio.

Ash soltó una risotada al comprender lo absurda que sonaba su respuesta.