No obstante en sus novelas atiza por igual a derecha e izquierda.

Russell Crowe le atiza por delante y su perro le ladra por detrás.

Antes de marchar, me tapa con una manta y atiza por última vez las brasas mortecinas.

Si una borla le roza la cabeza o si el sol lo deslumbra, me atiza por descuidado.

No le hago caso y vuelvo a mis orígenes, es decir, al sillón que te atiza por el ojete.

Le atiza por tercera vez, deja la piedra en el suelo y por fin pueden girarla con sus manos enguantadas como única ayuda.