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Seis semanas de navegación habían supuesto un auténtico martirio para ellos.
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La navegación se convertía de ese modo en un auténtico martirio.
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Estar sentada a la mesa con él era un auténtico martirio.
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El viaje a México en el autobús fue un auténtico martirio.
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Aún no tenía veinte años, pero era evidente que había padecido un auténtico martirio.
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Sin embargo los dolores eran intensos, constantes, un auténtico martirio.
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Pero la carta mensual se había convertido en un auténtico martirio chino para Arturo.
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La travesía de Bombay a Wellington se convirtió para Helena en un auténtico martirio.
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Penitence notó satisfecha que tenía los labios contraídos en un rictus de auténtico martirio.
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Pasar dos horas sentado en un coche, vigilando una puerta, es un auténtico martirio.
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Al principio escribía a escondidas, sacaba los manuscritos como podía, con amigos, un auténtico martirio.
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Pasó el resto de la tarde en el cine, pero eso fue un auténtico martirio.
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Compartirla con dos hombres constituía un auténtico martirio.
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Los segundos se alargaban en un auténtico martirio.
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Una despiadada amenaza para cualquier mujer, pero un auténtico martirio para alguien que hubiera pasado por ello.
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El calor era insoportable y la humedad y los mosquitos convertían la espera en un auténtico martirio.
