Don la esperaba a mitad del esquisto, bajo la proa del largo balandro blanco.

Lo único que faltaba era el bronceado y la caja negra de cigarrillos... y el balandro blanco más allá del Arbuthnot-by-the-Sea.

Si se hubiese acercado fumando, bronceado e impecable, y les hubiese dicho "¡Bienvenidos a bordo!", se habrían hecho a la mar en un balandro blanco.

-Elbalandro blanco y rojo -advirtió

-Peroya había avistado el balandro blanco brillando bajo el sol naciente, unos quince cables por detrás de ellos.