Eso suponía un peligro mucho mayor; Ballista era uno de sus jefes.

Ballista había vivido libre de su presencia durante los dos últimos años.

Al final, Ballista comenzó a intentar responder la pregunta por su cuenta.

Sin embargo, Ballista estaba seguro de que al menos quedaba uno más.

A Ballista le corresponde el diseño general de la defensa de Emesa.

Sin duda se debatía entre decirle a Ballista la noticia o no.

Ballista, aunque en modo alguno enemigo del juego, se mantuvo en silencio.

Durante los últimos dos meses, Ballista se ha mantenido oculto al público.

Según había dispuesto Ballista, los romanos caminaron en silencio, aunque con dificultad.

Ragonio Claro vocalizaba algunas perogrulladas que Ballista estaba demasiado airado para escuchar.

Sin necesidad de ninguna orden, su guardaespaldas, Máximo, también salió tras Ballista.

Ballista impartió una orden a sus soldados imaginarios ocultos entre los árboles.

Ballista varió su objetivo contra la todavía intacta retaguardia de la columna.

El camino hacia Samosata que Ballista recorriese antes corría hacia el noroeste.

Ballista lo intentó de nuevo en latín, pero ni así recibió respuesta.

Una de las mejores cosas de trabajar para Ballista era la privacidad.