Extendió vacilante la mano y tocó el barandal de madera.

Plantaron los codos en el barandal de madera y examinaron a los recién llegados.

En la esquina, encaramado sobre un barandal de madera, apareció un empistolado, imponiendo silencio.

Las manos de Elizabeth estaban crispadas contra el barandal de madera, los tendones blancos.

Él apoyó los antebrazos en el barandal de madera.

Entonces se fijó en la escalera, su barandal de madera y sus amplios escalones formados por grandes baldosas.

Tenía apretado el barandal de madera.

El barandal de madera que descendía desde el descansillo tenía partes oscurecidas por el constante contacto con las manos.

El patio era rectangular, más largo que ancho, rodeado de una galería volada a media altura con barandal de madera.

Y tal como lo predijo, la carreta se detuvo repentinamente y Aidan tambaleó golpeando su cabeza en el barandal de madera.

Sorom se apoyó sobre el recio barandal de madera de estribor y fijó sus iris en aquellas distantes moles de granito almenadas.

A ambos lados del pasillo se veían puertas, todas ellas cerradas, y al final, una escalera con un barandal de madera torneada.

Con una mano en el barandal de madera, consiguió librarse de todos mientras esquivaba, pegaba y desbarataba los intentos de detener su avance.

Cuando llegó arriba, se asomó al barandal de madera de la galería, echando el cuerpo para fuera, una pierna brillando en el aire mate.

Era un sencillo túmulo de piedra, rodeado de un barandal de madera, y con este epitafio de no sé quién:...

Hacía frío allí dentro y salimos al exterior, al pueblo con barandales de madera, que cerraba sus postigos para dormir.