Nos presentamos, nos besamos con una honda sensación de ridículo, nos sentamos.

Allí permanecemos mucho rato y nos besamos con pasión ardiente y devoradora.

Nos desnudamos y empezamos a besamos con pasión, revolcándonos en la arena.

Le enredé los dedos en la cabellera y nos besamos con dulzura.

Y así, desnudos en medio de la cocina, nos besamos con dulzura.

Nos besamos con avidez; pero mis miedos no habían desaparecido aún.

Nos besamos con ímpetu, con violencia reprimida, lamiéndonos de manera enardecida.

Durante varios minutos, nos besamos con auténtico frenesí mientras nos tocamos.

Nuestras bocas se encontraron y nos besamos con ansia, con violencia.

Me desplomé entonces en sus brazos y nos besamos con desesperación.

Nos besamos con pasión, torpemente primero, y con mucha soltura después.

Nos besamos con ternura y Macropha se marchó subrepticiamente con los dos niños.

Andrés y yo acercamos las bocas y nos besamos con profundidad.

Nos besamos con tan extrema voracidad que casi nos hicimos daño.

Nos besamos con el ardor de unos amantes que se reencuentran.

Nos besamos con desesperación, con un hambre que tal vez nunca podamos saciar.