Dio dos pasos hacia el brechero que, tendido junto al tronco, se cubría la cara con el antebrazo.

Tan solo se giró levemente para observar al otro brechero que llegaba, con el machete en alto, hasta su altura.

El joven brechero que cargaba el trípode y que marchaba unos pasos delante de Manuel, dio un mal paso y perdió el equilibrio.

Algunos contratados de vez en cuando; para brecheros de la selva, sobre todo.

Uno de los brecheros se volvió entonces a Manuel:

Al fin, uno de los brecheros se desprendió de la camisa y la arrojó a los cerdos.

Eddy marchaba al mismo paso que los brecheros y ni una sola gota de sudor se marcaba debajo de su camisa.

Al contrario que los primeros días, podía ya seguir el paso de los brecheros sin agotarse y ello le creaba una sensación de seguridad.

El estrecho espacio de la cima aparecía repleto de árboles tendidos, que los brecheros habían cortado días antes para facilitar el trabajo de Eddy.