Allí detrás del altar, en una oquedad del muro, depositaron el cáliz sagrado.

El tarro místico brillaba como un cáliz sagrado bajo un rayo de sol.

Unas piedras guardianas estaban dispuestas alrededor de un cráter, una cuenca: ¡un cáliz sagrado!

Pero el cáliz sagrado del reconocimiento que le habían dado a beber la había emborrachado.

Durrance cogió el instrumento, moviéndolo con cuidado, como si se tratara de un cáliz sagrado.

Cayó de rodillas con las manos juntas, con la mirada fija en el cáliz sagrado.

La mujer es un cáliz sagrado de vida.

Dejar que un ser impuro y no muerto se acercase al cáliz sagrado sería una blasfemia.

Por esa razón, salía a buscar extrañas, igual que otros hombres buscan oro o el cáliz sagrado.

El rey godo busca el cáliz sagrado con desesperación, llama a la guardia y nadie sabe nada.

Sorprende, así, la cabalgata solitaria del noble caballero Parsifal, designado por sus méritos para descubrir el cáliz sagrado.

El hombre acunó la copa contra la redonda extensión de su vientre como si fuera un cáliz sagrado.

Es un cáliz sagrado, a tenor de los signos grabados en la peana, y fruto de sus sacrílegas rapiñas.

Francisco la levantó con delicadeza y la sostuvo con ambas manos como hacen en la misa con el cáliz sagrado.

Cada veinte minutos había que hacerle la guardia al cáliz sagrado y asín empecé yo a leer mi primera cartilla.

No había encontrado nada, salvo un libro en el que su padre, un sacerdote, había escrito sobre el cáliz sagrado.