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Por el contrario, el conjunto recordaba ligeramente al ambiente de un burdel.
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Una pregunta y una palabra que no podía aprender en el burdel.
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Pero debíamos abstenernos de hacerlo, pues con ello podíamos alarmar al burdel.
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Sin embargo, no podía aceptar que su casa fuese transformada enun burdel.
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En cierto modo, sería mucho más sencillo que Carswell visitara un burdel.
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El último quilombo del país antes de cruzar la frontera con Brasil.
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Hoy vengo con un tema serio a armar un poco de quilombo.
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Acá sabemos muy bien quiénes dieron la orden de armar este quilombo.
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A veces te salís de las normas y hacés un quilombo bárbaro.
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Del otro lado hay un supermercado, cuyos empleados comentaron: Siempre hay quilombo.
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Empezó a correr el cahuín, acompañado de una gran bandeja de fruta.
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Nada de cahuín, pero cuatro mujeres tres veces a la semana.
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Muy pocos de los europeos que bebían cahuín sabían cómo se producía este licor.
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Porque, con las mercancías, volvía a llegar el cahuín.
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Es él y no nosotros quien ha hecho proclamar que prohíbe el cahuín y las mujeres.
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A no alimentar el cahuín de la prensa.
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Turbado tanto por estas palabras como por el cahuín, pidió de pronto retirarse para meditar su respuesta.
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Se marchó lo más dignamente posible, tan vacilante y turbado como después de una orgía de cahuín.
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La costa hacia donde se replegaban las mujeres, el cahuín y la esperanza ocupaba por completo sus pensamientos.
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En lugar del cahuín que excita, el vino sumía a los indios en un silencio poblado de sueños.
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Los indios, que creían firmemente que un buen cahuín no podía cocinarse en presencia de hombres, favorecían este misterio.
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El cahuín fermentado, sacado de grandes ollas de barro, hacía que a los bebedores les diera vueltas la cabeza.
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Las mujeres, como hacían con muchos otros secretos de fabricación, conservaban en su poder los detalles del alumbramiento del cahuín.
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El dulce consuelo del cahuín embelleció más el momento e hizo bailar el pan de azúcar y todas las montañas de la bahía.
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Fue un cahuín a la argentina, de esos que se toman los encabezados faranduleros y son comentario obligado en el show televisivo de Mirtha Legrand.
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No me meto en los cahuines del fútbol, yo hacía mi trabajo.