El agua caliente salpicó la mano del cangaceiro insolente, quemándole la piel.

Dijo que un cangaceiro, uno de orejas grandes, le había hecho eso.

Las palabras llegaban desordenadas y confusas, pero la voz del cangaceiro era triste.

La definición de un cangaceiro dependía de la persona que preguntara por ella.

Después venía la fidelidad del cangaceiro a su palabra, y su heroísmo fanfarrón:

Sus morrales tenían menos adornos que los del más novato cangaceiro.

Cualquier soldado que matara a un cangaceiro obtendría dos galones en su uniforme.

Luzia no comprendía estas miradas, hasta que el muchacho cangaceiro se las explicó.

Luego, tras el gesto de la muñeca del cangaceiro, desapareció.

Desde el otro lado del tronco, el cangaceiro agarró las manos de la viuda.

Era más alto que el cangaceiro, cuya cabeza hirsuta apenas le pasaba el hombro.

El cangaceiro Pajeú ha estado aquí en estos días, con una cincuentena de hombres.

Llamaban Costurera a esa mujer alta y malherida porque mantenía unido a su grupo cangaceiro.

Luzia acampaba con Ponta Fina y cualquier otro cangaceiro que ya hubiera terminado de divertirse.

La vida del cangaceiro le producía un horror especial.

Lo acompañaba un cangaceiro mayor, que Luzia no reconoció.