Aunque resulta halagador que me creas con el poder suficiente para hacerlo.
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Demostraba un franco y halagador interés en cuanto él decía y mostraba.
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El coronel escogió evidentemente el sentido más halagador para él y comentó:
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Bien mirado, desde el punto de vista profesional, no resultaba demasiado halagador.
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Desde mi punto de vista era halagador que me tuvieran tanta paciencia.
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En modo alguno, pues esto parece propio del adulador y del complaciente.
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Por ello, se debe vigilar al adulador sobre todo en sus alabanzas.
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Y tu comentario ha sido muy amable aunque fuese un tanto adulador.
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Pensar que soy el responsable de todo ese desbarajuste es bastante adulador.
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Además, el tono humilde y adulador de Soloviev le causó mala impresión.
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El zalamero subastador a duras penas logra mantener la atención del público.
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Al cabo de una hora, Lexy prodigaba sonrisas y zalamero encanto sureño.
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El pillo y el zalamero juegan iguales cartas con la misma astucia.
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La voz de Clarissa adoptó el tono zalamero de un niño pesado:
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Me gustaría saber qué se trae entre manos ese zalamero sacerdote español.
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Y ahí es donde entra el abogadillo avispado y lameculos de Ishigura.
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En el argot del estudiante de la época eran llamados los lameculos.
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Personajes como Valls suelen arrastrar una corte interminable de paniaguados y lameculos.
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Es... el crío ese..., el lameculos que lo sigue a todas partes.
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No esperaba demasiado de un lameculos como Lakshman, pero nunca se sabe.
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La interrupción había apartado a Merlín del melifluo ritmo de su discurso.
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Margo observaba mientras el melifluo discurso de Pendergast surtía su balsámico efecto.
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Extendió la mano; su inglés era refinado, melifluo, bajo su entonación suiza.
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Tiene una voz tenue y grave, y un melifluo acento del Sur.
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Y a mí me embarga un agradecimiento melifluo hacia Bonnie la proveedora.
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Con la mano, le pide a su pelotillero que no le acompañe.
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Diga usted mejor que es un pelotillero y cumplió un perro encargo.
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De verdugo expeditivo se había convertido demasiado pronto en pelotillero temeroso.
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Verá como se nos presenta acompañando al Gobernador; es un pelotillero.
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Al café y al pelotillero del Adosao les podían dar por el saco.
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Compitiendo con su música suave, los ruiseñores dejan oír su canto embelesador.
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Tocad esa sonrisa voluptuosa, dibujad con vuestros dedos el hiato embelesador.
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De repente, los cantos cesaron y dieron paso a un silencio tanto más embelesador.
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La expresión del embelesador rostro de Laurie Hatch se iluminó al mostrar su irónico asentimiento.
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Había algo en él que era embelesador y glamuroso.
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Juan se despidió un poco ásperamente del lisonjeador y continuó su camino.
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Y me resulta ridículamente lisonjeador saber que se sigue sintiendo atraído por mí.
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Si alguno proclamaba sus excelencias, ella reprendía al lisonjeador diciendo:
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La señorita Beryl dudaba que su amiga pudiera resistirse a un lisonjeador tan insidioso como Clive hijo.
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Nunca esos restaurantes caseros típicamente franceses, con su mantel de cuadros, su comida llamada "tradicional", restos de velas y un dueño lisonjeador.
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El Amarillo labioso no paraba de hablar hasta por los codos.
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Sí, quién veía al dueño del sesteo tan labioso.
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Pero a él lo mantuve a raya a base de coscorrones y, como soy medioquerendón y bien labioso, me volví cuate de los demás ejidatarios.
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¿Por qué soportar a tantos labiosos y vividores que hacen de la práctica política una estafa?
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-¡Yo te contaré, trompudo, labioso, poca pena!
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Nuestro topo es un auténtico lagotero; al presidente le gusta mucho y hablan juntos.
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Uno se le fue acercando lagotero, chasqueando los dedos, hasta llegar a darle amistosas palmaditas en el lomo.
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Mientras, no tanto para tranquilizar a la sobrina, como para poder maniobrar a su gusto, el escribano la abordó con lagotero confusionismo.
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Más tarde le dio lástima aquella cantidad infinitesimal de varón... y estuvo cariñosa y lagotera con él.
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La bruja, lagotera y melosa, contaba, lloriqueando:
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Mientras que a ti, niño carantoñero, venía a buscarte la maestra, que te traía regalos y te trataba igual que a un príncipe.
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Había en Manolo una ternura no carantoñera.
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Las fichas se pusieron de pie, presentándole guardia, y los voceos se hicieron más espesos, más apremiantes, más íntimos y carantoñeros.