Napoleón se instala en la casa del bey Murad en Gizeh.

Como tenían por costumbre, Hafez, Anwar y Muñir se encaminaron hacia la casa del bey en cuanto su madre se marchó.

Fue en ese inoportuno momento cuando mi bisabuelo, el joven sheij Mahdallah Arisseddine, llegó a casa del bey a presentar sus respetos.

Se veía todo claramente: el santuario, la casa del bey, allá abajo la batería oculta por unas trincheras, y ambas vertientes del valle.

-Nopuedo permitir que limpies la casa del bey -ledijo él-