El impulso de mirarme los pies o mis manos era casi apabullante.

El olor cobrizo a hemoglobina era ahí más fuerte, casi apabullante.

Su exótica belleza, salvaje y apasionada, era casi apabullante.

Era sorprendente, casi apabullante; lo invadió la nostalgia.

De cualquier modo, le parecía que la reacción a su ascenso a caballero era casi apabullante.

La presencia de soldados era casi apabullante.

La urgencia de leer era casi apabullante.

Y a pesar de que todo era llamativo y casi apabullante, Héctor refulgía como lo que más.

Era asombroso, casi apabullante, sentirse tan desocupada.

Y, con una sensación casi apabullante de tristeza, añadió- : Ynadieha matado a la encarnación del mal.

Solo sé lo que ella ha sido y lo que ha perdido, y el peso de esto es casi apabullante.

Luego, con una seguridad y tranquilidad casi apabullante, cogió el cuchillo, se lo metió hasta la garganta y cerró la boca.

Tenía facciones marcadas, de hecho casi apabullantes visualmente.