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También estaba el caviar negro que había conseguido probar cuando nadie miraba.
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Abrieron caviar negro y lo comieron de la lata con una cucharilla.
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Por supuesto, era cuando en Rusia el caviar negro se compraba casi regalado.
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Stasia había seleccionado ya un poco de caviar negro y galletas.
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Pidieron lo mismo: centolla con caviar negro y, de plato principal, cordero asado.
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Tres veces más que el caviar negro, considerado ya como un producto de lujo.
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Conociendo su valor para restaurar energías, solo robaba caviar negro.
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Pero luego siguió una dieta de pepinos y caviar negro y ahora está delgadísima.
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He visto allí una escudilla llena de caviar negro.
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Compraba pescado caro, carne de cerdo y caviar negro.
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El caviar negro y rojo habría podido ser vendida en varios centenares de miles de euros.
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El caviar blanco era muy caro; el caviar negro, menos caro, y el caviar rojo, ya barato.
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Pero también había habido otra clase de miedo: el de recibir caviar rojo en lugar de caviar negro.
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Entonces avanzó tímidamente y tomó un puñado de caviar negro y brillante, después se enderezó y lo probó.
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Un cuenco de plata lleno de reluciente caviar negro, pequeños y elegantes bocaditos para comer con los dedos.
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Inspeccionado, esta cantidad de caviar negro y rojo habría podido ser vendida en varios centenares de miles de euros.
